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Nuevas herramientas para la mejora del bienestar animal

Pol Llonch es Doctor en veterinaria por la UAB, y actualmente es investigador además de presidente y cofundador de la Red CIBA, Red Científica Bienestar Animal. Ha trabajado, en el Reino Unido, en bienestar animal en vacuno de carne y ovejas, y desde hace unos años ya en la UAB continúa desarrollando investigación en el ámbito del bienestar animal en vacas de leche y también en cerdos. Hemos querido hablar con él para profundizar algo más en las dimensiones que entran en juego en el bienestar animal y para conocer la relación que este tiene con el impacto de la ganadería en el medio ambiente.

¿Tienen relación el bienestar animal y el impacto medioambiental del sector ganaderor?

PL.- Empecé a trabajar en esta línea cuando estaba en el Reino Unido, donde relacionábamos el comportamiento de los animales y su grado de estrés con su potencial de emisiones de gases de efecto invernadero, y vimos que los animales que estaban más estresados y reaccionaban negativamente al ambiente eran menos eficientes y emitían más gases de efecto invernadero.

Vimos que los animales en condiciones estresantes necesitan comer más y producen menos, básicamente porque el estrés consume una energía que no se destina al crecimiento o a la producción de leche.

¿Continúas trabajando en esta línea?

PL.- Ahora en concreto trabajamos en un proyecto llamado Clearfarm, en el que utilizamos herramientas de ganadería de precisión, y que tiene como objetivo principal seguir ligando el bienestar animal con el impacto medioambiental para buscar estrategias que mejoren estos dos ámbitos que se consideran prioritarios para la sociedad.

¿Es sencillo mantener un equilibrio entre ambas cosas?

PL.- Mantener el equilibrio como dices no es fácil, y te pondré un ejemplo para entenderlo. Piensa en una manada de vacas. Si vemos el potencial de emisiones de las deyecciones ganaderas, nos podemos encontrar que en determinadas circunstancias sea mejor tener estas vacas estabuladas en un espacio y hacer una gestión adecuada de las deyecciones para reducir al máximo las emisiones. Pero esto puede ir en contraposición de la mejora del bienestar de los animales, para lo que buscamos que tengan acceso al pasto, pero si el pasto está mal dimensionado nos podemos encontrar que las deyecciones tengan mucho más impacto medioambiental.

¿Qué indicadores tenéis en cuenta para analizar el bienestar animal?

PL.- Hasta hace unos años, para evaluar el bienestar medíamos el entorno donde vivía el animal. Por ejemplo, el espacio que tenía disponible o la temperatura ambiente, y a través de esto estimábamos si la vaca estaba bien o no. Esto ha cambiado y ahora medimos la respuesta de los animales al entorno. Vuelvo al ejemplo de la temperatura. Lo que hacemos es medir la temperatura interna de la vaca y tenemos en cuenta cómo reacciona: si jadea en respuesta a la temperatura, es que tiene calor y por tanto hay que tomar medidas.

¿A qué se debe este cambio en los indicadores?

PL.- Por una sencilla razón: cada uno de nosotros puede reaccionar diferente a una misma temperatura, y en el caso de los animales, también. Por eso nos fijamos en la respuesta del animal y no en el entorno por sí solo. En la investigación que estamos desarrollando ahora intentamos ir un paso más allá usando indicadores basados en el animal que podemos medir a través de tecnología de precisión: sensores. De alguna manera estos sensores nos permiten tener un conocimiento continuado de todos los animales para saber cómo están reaccionando al entorno y así inferir mejor su bienestar.

Hasta hace unos años para evaluar el bienestar medíamos el entorno donde vivía el animal, ahora medimos la respuesta de los animales al entorno.

¿En qué punto se encuentra esta investigación?

PL.- Estamos trabajando para tener unos rangos que nos permitan saber que un animal está bien. En algunos casos sí tenemos estos valores. Por ejemplo, en el caso de una vaca, los sensores nos permiten medir un aspecto que afecta directamente a la producción de leche: el tiempo de descanso y actividad. En términos generales sabemos que una vaca debe pasar entre 9 y 14 horas descansando. Si vemos que descansa menos horas, quiere decir que algo ocurre. Y a la inversa: si descansa demasiado no destinará tiempo a su alimentación, que también es esencial. Esta ventana es un margen general, pero puede ser que en algunos animales los rangos cambien y aquí es donde usamos la inteligencia artificial para ayudarnos a predecir cuál es el margen de normalidad en cada animal.

¿Qué otros indicadores de comportamiento tenéis en cuenta?

PL.- Si subrayáramos cuáles son los comportamientos más importantes para el bienestar de un animal te diría que el comportamiento alimentario, el comportamiento de descanso o actividad y el comportamiento social. Los dos primeros están muy desarrollados y hay mucha tecnología a su alrededor, pero el comportamiento social en vacuno seguramente es el que más camino tiene por recorrer.

¿Qué es el comportamiento social en una vaca?

PL.- Básicamente son las interacciones entre los animales de un grupo. La mayoría de los animales de ganadería son gregarios, lo que quiere decir que están acostumbrados y necesitan ir en grupos. Esto implica que interaccionen para buscar compañía sexual, para ayudarse si tienen que prevenir depredadores… y esto lo hacen a través del comportamiento social. Al ser este un comportamiento natural, si no lo pueden hacer afectará a su bienestar. Como te decía, esta es una conducta de la que quizás hay menos conocimiento sobre cómo evaluarla utilizando tecnología de precisión.

¿Hay otros países donde estén más avanzados?

PL.- El contexto es internacional, es decir, el estado de tecnología en Cataluña no es diferente que en países líderes como Dinamarca, Holanda y Estados Unidos, que son quienes más están usando este tipo de tecnología e investigaciones.

¿Qué retos ha de abordar la investigación del bienestar animal los próximos años?

PL.- Por un lado, que haya una comprensión de estos indicadores basados en la respuesta de los animales. También tenemos que entender que la tecnología es una herramienta muy importante que nos puede ayudar con estos indicadores. Y yo añadiría que hemos de ser capaces de transmitir todo este trabajo de forma adecuada a las personas consumidoras. Al final, todo esto se hace con un objetivo, que es mejorar el bienestar de los animales haciendo una producción éticamente sostenible además de mejorar la eficiencia productiva. Pero tenemos que destinar tiempo y esfuerzos a transmitirlo de forma adecuada a la ciudadanía.

¿Qué papel tenemos las personas consumidoras?

PL.- Es un papel que ya estamos ejerciendo, y que consiste en elegir con criterio. Solo decidiendo qué producto adquieres, estás ejerciendo un poder. De este modo pides al sector que cambie las cosas, que mejore hacia una dirección u otra.