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El camino hacia la ciencia del bienestar animal

Antoni Dalmau es licenciado en veterinaria y se doctoró trabajando sobre el comportamiento social, el comportamiento alimentario y la selección del hábitat en ungulados (mamíferos que se aguantan de pie sobre sus pezuñas) salvajes. Ha trabajado en los ámbitos del bienestar animal en la granja, en el transporte y el sacrificio, el comportamiento social y alimentario además de la relación humano-animal entre otros temas. Forma parte del Instituto de Investigación y Tecnología Agroalimentarias (IRTA) y es investigador del Programa de Bienestar Animal y responsable científico del sello de bienestar Animal Welfair®. Hemos querido hablar con él porque es uno de los expertos de referencia en una temática tan compleja y a la vez tan relevante como lo es el bienestar animal.

¿Qué es el bienestar animal?

A.D.- El bienestar animal moderno parte de los años 70 en el Reino Unido, cuando se planteó que tiene que ser una combinación de 5 dimensiones: ausencia de hambre y sed, ausencia de incomodidad física y térmica, capacidad para mostrar conductas propias, ausencia de lesiones y enfermedad y ausencia de miedo, dolor y estrés. En 2009, esta tesis se revisó y se redefinió el concepto en base al Life Worth Living: “una vida digna de ser vivida”. Así, no solo tenemos que considerar la ausencia de emociones negativas, sino que el animal tenga vivencias positivas. Esta nueva perspectiva todavía evoluciona más y en 2016 se estructura el bienestar sobre 4 + 1 pilares: buena alimentación, buen alojamiento, buena salud y buen comportamiento, y que todo esto acabe generando un buen estado emocional. Como ves, de empezar considerando como emociones solo el dolor y el miedo, que son negativas, hemos pasado, desde hace unos años, a hablar del estado emocional positivo, que es como planteamos el bienestar humano. Por lo tanto, podemos decir que el bienestar animal es un estado completo de salud física y mental del animal. En pocas palabras, quiere decir estar bien. En realidad, el bienestar animal es igual que el bienestar humano, y es tan difícil de evaluar como este.

¿Por qué es tan complejo de evaluar?

A.D.- Lo que sucede a menudo es que intentamos simplificarlo, y curiosamente lo simplificamos más con los animales. Si lo piensas, en todo el mundo se habla de asegurar el bienestar animal y hay certificados que afirman garantizarlo. En cambio, no hay una sola ley en ningún país que garantice el bienestar humano. No hemos sido capaces de asegurar el bienestar de las personas pero si hemos hecho un listado de dimensiones sobre el bienestar animal, pasamos una hora con ese animal y garantizamos su bienestar. Los hemos simplificado, convirtiéndolos en otra cosa que no es un ser vivo con capacidad para sentir emociones.

¿La ciudadanía entiende el bienestar animal del mismo modo que los científicos?

A.D.- Desde un punto de vista humano se produce una situación muy interesante. La especie humana es contradictoria por definición, y esto es algo que no aceptamos. Por ejemplo, oyes un anuncio de unos niños en un país pobre pasando hambre y te afecta durante una hora. Después oyes una noticia de un niño que queda atrapado en un pozo en algún lugar del sur de España y estás tres días muy afectado. ¿Porque? Porque somos contradictorios. Nos parece imposible que puedas querer a tu perro y al mismo tiempo consumir un producto de origen animal, pero en realidad las personas somos capaces de tener esa dualidad. Ponerlo en duda debilita mucho el consumidor porque acabamos pensando que por el hecho de comer productos de origen animal somos malas personas.

El concepto de bienestar animal pues, ¿está condicionado por la visión de cada persona?

A.D.- La dificultad del bienestar animal es que todo el mundo tiene una visión muy personal al respeto. Los científicos intentamos aplicar una metodología para evaluarlo en aquellos animales con los que trabajamos, pero tiene un gran componente social y ético con el cual nosotros, los de la rama animal, no podemos trabajar pero sí que trabajan los sociólogos, por ejemplo. El bienestar pues, es un concepto que hay que abordar desde varios puntos de vista.

¿Y cómo tenemos que abordarlo correctamente?

A.D.- Lo que hemos hecho hasta ahora ha sido entender los animales desde un punto de vista sapiens. El ser humano tiene una característica única, que es la capacidad de simbolizar: entender el entorno e imaginar, proyectar un futuro. Por ejemplo, una mujer gestante tiene la capacidad de prever el parto, pensar cómo será la criatura cuando sea grande, imaginar su vida con el niño. Esto solo lo hace el ser humano y nos convierte en una especie muy curiosa y, a la vegada, muy frágil, porque esta capacidad nos hace conscientes de que moriremos y, por lo tanto, buscamos dar un sentido a nuestra vida.

 

“Tenemos que dejar de proyectar la mirada humana en los animales e intentar entender las necesidades de cada especie”

 

Esto no sucede con los animales…

A.D.- Una vaca no sabe que morirá y no prevé qué vida tendrá con su novillo. La vaca está pensada biológicamente a evitar el vínculo afectivo si su cría nace muerta. Si nace viva, la vaca produce unas hormonas que dan lugar al vínculo maternofilial. Así pues, si separas el novillo de la vaca antes de que se produzca este vínculo, no será traumático, pero si lo haces una semana o tres meses después, si lo será. Esto lo sabemos en base a estudiar estos animales. No podemos ver esta situación solo desde el punto de vista del ser humano: “¿Cómo puedes beber la leche de una vaca a la que le han robado su cría?”. Esta mirada no empatiza con la vaca, de hecho, la está empequeñeciendo porque le está otorgando valores que el animal no tiene, sino que son propiamente humanos.

Si el bienestar implica la salud mental, un animal en un matadero…

A.D.- Desde el punto de vista de muchos humanos, el cerdo en el matadero sufre. Y esto es porque los humanos simbolizamos, somos capaces de prever cosas y en una situación análoga, llegaríamos a la conclusión de que nos habían llevado allí para sacrificarnos, pero a un cerdo no se le pasará nunca por la cabeza que está ahí para ser sacrificado. Si un cerdo en el matadero lo mantienes con el mismo grupo con quien convivía en la granja, controlas todos los factores de estrés del entorno y le aplicas un sistema de aturdimiento con el que no se entera de lo que ha pasado, el animal no sufrirá. Nuestra responsabilidad es gestionar los factores que generan estrés en cada animal para mantener su bienestar.

¿Cómo podemos gestionar las necesidades de los animales en entornos productivos?

A.D.- Volvemos a la vaca de leche. Los humanos queremos que la vaca pazca porque es una conducta propia del animal. La realidad es que los pastos tienen buena calidad solo unos meses el año: en primavera, sobre todo, y en otoño. Pero en verano y en invierno, no tanto. Tenemos pues un entorno que proporciona un comportamiento, el de pacer, que no siempre es viable porque no proporciona suficiente calidad alimentaria para el animal. Ahora imaginemos que somos capaces de llevar el pasto a la vaca: le damos una zona bastante grande donde se pueda ejercitar y al mismo tiempo permitiremos que tenga una buena alimentación los 365 días. En este último modelo hemos conseguido cubrir una necesidad nutricional y una necesidad de comportamiento. En resumen, tenemos que dejar de proyectar la mirada humana en los animales e intentar entender las necesidades de cada especie, así podemos mejorar de verdad su bienestar. Si no, solo mejoraremos la apariencia.

 

“El confort en vacuno de leche es uno de los más avanzados, porque los ganaderos son los primeros interesados y los más sensibles a cuidar este aspecto”

 

¿Qué herramientas tenemos los consumidores de productos de origen animal para consumirlos con la certeza que provienen de animales con bienestar?

A.D.- Europa está yendo hacia una certificación obligatoria de bienestar animal y mientras tanto existen sellos privados de bienestar individuales. Si te interesa la cuestión te tienes que informar sobre qué valores de bienestar trabaja cada sello concreto. No obstante, ninguna certificación podrá asegurar que un animal estará libre de todas las formas de sufrimiento posible, porque eso es irrealizable tanto en animales como en humanos.

¿Cuál es la situación en Cataluña?

A.D.- En el caso del vacuno de leche hay una clara ventaja, porque es un animal muy sensible a la respuesta de estrés. Cuando un individuo tiene un factor de estrés, lo primero que falla es la función reproductiva, y la producción de leche está muy ligada hormonalmente a esta función. Los ganaderos saben que, si una noche hay tormenta, al día siguiente baja la producción de leche, por ejemplo. Por lo tanto, es un animal que tiene un indicador muy preciso de su estado fisiológico. Por eso, el confort en vacuno de leche se trabaja desde hace muchos años y está mucho más avanzado que otros sistemas productivos, porque los ganaderos son los primeros interesados y los más sensibles a cuidar este aspecto. El estado de las vacas de leche es bueno en las granjas. Ahora hay que seguir avanzando en la dimensión del comportamiento animal.

¿Qué papel tenemos la ciudadanía?

A.D.- Nuestra sociedad exige mucho desde el punto de vista del bienestar y el cuidado medioambiental, pero como consumidores no valoramos el coste que esto supone y priorizamos la compra por precio. El sector ganadero evolucionará en la medida en que la ciudadanía haga de fuerza tractora para que el bienestar mejore, y esto quiere decir también aceptar pagar por ello. Lo que no puede ser es traccionar cuando haces de ciudadano y no estirar cuando haces de consumidor, porque entonces lo que haces es ahogar al ganadero.

¿Cuáles son los retos que tenemos por delante con el bienestar animal?

A.D.- Yo creo que a corto plazo veremos algún tipo de norma europea que nos ayudará a armonizar conceptos de bienestar animal, y mientras tanto tenemos que intentar trasladar el mensaje de que hay una ciencia detrás el bienestar animal y es necesario estar abiertos a poder hablar de que cada animal vale para lo que es y tiene unas necesidades específicas. Yo creo que en los próximos años tenemos que avanzar hacia un conocimiento más científico del bienestar animal y no tanto condicionado por los propios valores humanos. Hablar más de la ciencia y algo menos de la emocionalidad del bienestar.