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Leche ecológica y de proximidad en Cataluña

La Granja Mas La Coromina es una de las 7 explotaciones que engloban la marca Ato y que, desde principios de 2021 ha entrado al mercado de la leche ecológica. Los 120.000 litros de leche ecológica que cada mes comercializan salen exclusivamente del Mas la Coromina, una granja familiar donde Albert e Isabel han dado la vuelta a su oficio de ganaderos para producir una leche con valor añadido. Albert nos ha abierto las puertas de su explotación para mostrarnos el complejo proceso que se esconde detrás de un brik con un litro de leche ecológica. 

 

La Granja Mas la Coromina tiene años de historia produciendo leche convencional. ¿Por qué decidisteis empezar a hacer leche ecológica?

AP.– El principal motivo fue la inquietud por elaborar una leche con mucha diferencia de calidad respecto al resto. Con esta premisa, nuestra granja encajaba porque somos una explotación familiar mediana y nos podíamos adaptar bien a la normativa del Consejo Catalán de la Producción Agraria Ecológica (CCPAE), que es quien gestiona el certificado oficial de la Unión Europea para producir leche ecológica. Pero también nos movía el hecho de que en una explotación pequeña no puedes equiparar nunca los costes con una explotación de dimensiones grandes.

 

“La diferencia en el gusto tiene detrás un largo proceso de adaptación de la producción”

 

¿Qué diferencias tiene la leche ecológica respecto a las leches tradicionales?

AP.– Las personas que vienen a visitar la granja y prueban la leche nos dicen que notan un gusto distinto. Y esta diferencia en la cata tiene detrás todo un proceso que va desde el campo donde plantamos el forraje hasta el día que ordeñamos la vaca. Todo este proceso es diferente al ser un producto ecológico y tiene incidencia en la calidad de la leche.

¿En qué consiste este proceso?

AP.– Pues hemos tenido que adaptar todo el ciclo de producción, por lo cual hemos hecho un proceso de transición de dos años. Primero tuvimos que transformar todas las hectáreas de campo de la granja, para que los forrajes con que alimentamos al ganado sean ecológicos. La clave es que no podemos usar ningún tipo de producto químico (pesticidas, herbicidas, fungicidas, ni abono mineral). Solo podemos usar la materia orgánica de las vacas.

Un cambio que no debe de haber sido sencillo…

AP.– En general nos hemos adaptado bien. Las dificultades surgieron en el momento de sembrar el maíz, en la primavera. Para no tener maleza hemos tenido que hacer una siembra engañosa, que quiere decir que preparamos el terreno pero no sembramos el maíz. Esperamos a que nazca la maleza y la eliminamos para así poder trabajar la tierra y sembrar correctamente el maíz. Además, hemos tenido que hacer la siembra más tarde para evitar la contaminación cruzada con las plantaciones de otras explotaciones.

 

“Ser ecológicos implica que no podemos dar antibióticos ni hormonas a los animales, y que han de salir a pacer cada día”

 

Así pues, ¿cambiando el momento de la siembra habéis protegido vuestro forraje?

AP.– Así es. Un forraje que, después de un año y medio ya es ecológico y sirve de alimento para las vacas. Pero la adaptación del proceso no acaba aquí, porque hacen falta 6 meses más de transición en que las vacas ya comen ecológico pero están eliminando cualquier resto de producto químico que hubieran ingerido. Ser ecológicos también implica que no podemos dar antibióticos ni hormonas a los animales, y que tienen que salir a pacer cada día, garantizando que cada vaca dispone de espacio suficiente para hacerlo.

El bienestar de las vacas, pues, ¿está garantizado?

AP.– Nosotros trabajamos desde la prevención, para evitar que ningún animal enferme. Esto ha hecho que las vacas tengan una mayor esperanza de vida: nos duran más, porque hemos reducido mucho la incidencia de problemas como las mastitis, etc. De hecho, aparte de producir leche certificada por el CCCPAE, tenemos el sello que garantiza el bienestar animal. Somos pioneros, puesto que no hay ninguna otra granja en Cataluña que tenga ambas certificaciones.

Aparte de las diferencias en el proceso y el gusto final, ¿hay mucha diferencia para el bolsillo del consumidor?

AP.– No. Estamos hablando que un brik de leche ecológica en el lineal cuesta entre 0,30 y 0,40 céntimos más que una leche convencional.

Desde noviembre de 2020 sois granja ecológica certificada, ¿Qué otros retos tenéis entre manos?

AP.– A grandes rasgos, estamos desarrollando dos productos derivados que son quesos, colaboramos con el Instituto de Investigación y Tecnología Agroalimentarias (IRTA) para conseguir un forraje de mayor calidad que contenga más proteína y almidón, qué son los principales nutrientes que necesita la vaca para producir la leche, y también estamos trabajando con una empresa para dar vida a un envase hecho con materia orgánica y que así todo el proceso sea ecológico.

¿Estáis centrados en la innovación, pues?

AP.– Continuamos innovando, es cierto, pero ahora mismo queremos potenciar mucho más la leche ecológica. Tenemos un producto con una gran calidad, también desde el punto de vista nutricional. Gracias a la calidad del forraje con que alimentamos las vacas, la leche que producimos tiene menos grasa saturada.

 

“Detectar cuántas veces muge una vaca por minuto es un indicador de salud”

 

¿Es difícil ser innovadores en este sector?

AP.– En ganadería hay más innovación de lo que la gente piensa. Por ejemplo, hace poco hemos introducido un sistema electrónico con el cual, mediante un mecanismo colocado en la oreja de las vacas, detectamos cuándo está en celo un animal, el momento en que se pone de parto e, incluso, la salud general del animal, puesto que detecta cuántas veces muge por minuto, que es uno de los indicadores para saber si una vaca tiene o no buena salud.

¿En qué punto se encuentra la demanda de la leche ecológica?

AP.– Desde que empezamos el proyecto en 2018 hemos visto una tendencia creciente en el consumo de este producto. Sobre todo lo vemos en la gente joven, que está muy concienciada y busca un producto sostenible. Y qué mejor producto que una leche de proximidad que no genera ningún residuo químico y donde el proceso es 100% sostenible, puesto que aquello que genera el campo es para las vacas y la materia orgánica que generan las vacas es abono para el campo.

¿Ya estáis presentes en todos los lineales de supermercados?

AP.– Todavía no, es un tema en que estamos trabajando, y nos ayuda mucho cuando un consumidor que busca el brik de leche ecológica y no lo encuentra, lo pide en su tienda habitual.

¿Qué relación tenéis con la ALLIC?

AP.– El Laboratorio Interprofesional lechero de Cataluña (ALLIC) nos hacen, a diario, los análisis de la leche producida. Analizan tanto la leche del tanque como la leche individual vaca por vaca; también analizan la leche de la cisterna que entra a fábrica antes de envasar. Para nosotros son un agente esencial puesto que nos ayudan a dar transparencia y seguridad alimentaria a todo el proceso, garantizando la calidad, trazabilidad y la diferenciación del producto.

También decir que estamos contentos de que desde ALLIC, a demanda del sector, se haya impulsado una iniciativa como “la bona llet”, para dar valor a la leche y sus derivados. En Cataluña producimos leche y la transformamos en productos de primera calidad; creemos que “la bona llet” es un altavoz para poner en valor aquello que hace años que sabemos hacer bien: leche, quesos, yogures, postres lácteos…